El sexo anal es la estimulación sexual directa del ano y las zonas cercanas. Aparte de la penetración, se considera también la estimulación oral y manual.
El ano, es una zona erógena muy potente capaz de proporcionar gran cantidad de placer tanto al hombre como a la mujer. El hecho de que se considere como una práctica dolorosa es porque para disfrutar la penetración anal hacen falta paciencia, consideración y grandes cantidades de lubricante. Si hablamos de lamer, chupar o acariciar el dolor no existe.
Pero, ¿Por qué duele y como hacemos para que no pase?
La vagina es un conducto musculoso que reacciona abriéndose y lubricándose ante la excitación. El ano es un esfínter, es decir, un “cierre” en este caso del intestino que está diseñado para dejar salir, para expulsar. Cuando el cuerpo siente que algo quiere entrar por la puerta de atrás, ¿qué hace? la cierra.
Tampoco tiene lubricación propia, lo importante de la lubricación es que no haya fricción. Cuando hay fricción seca no solo duele sino que quema, la piel se puede rasgar y llegar a sangrar.
Lo principal para disfrutar de este juego es empezar poco a poco. Para que el esfínter se relaje y se abra lo ideal sería empezar estimulándolo oralmente puesto que la lengua es blanda, suave y húmeda. Lamidas, succiones, besos o suaves mordiscos proporcionan gran placer y van acostumbrando a la zona al contacto.
El siguiente paso sería la estimulación manual. Que conste que aún no hemos introducido nada en ningún sitio, solo acariciamos y masajeamos, con lubricante a ser posible.
Esto no es una cuestión mecánica. Mientras masajeamos con suavidad la zona, puede (y debe) haber besos, caricias, masturbación genital, palabras, masaje en la espalda, suaves palmadas en los glúteos… quién sabe, depende de los gustos de cada uno. La idea es disfrutar del proceso.
Cuando el receptor se sienta cómodo, puede pasarse a la penetración con los dedos. Mejor dicho, con uno solo y siempre bien lubricado. Para penetrar no hay que meter el dedo como quién se urga la nariz, debe ser despacio y con la yema como si quisiéramos plasmar la huella dactilar, así evitamos raspar con las uñas. Y cómo saber si lo estas haciendo correctamente? Nada más simple. prueba haciéndolo en tu propio cuerpo. Notarás por qué hay que usar un buen lubricante especializado (que no es el que venden en la farmacia). Te darás cuenta de que sí! tus uñas se sienten y que tus dedos no son tan suaves como pensabas. De hecho son bastante rugosos. Y ojo. Aquí no te proponemos que te metas un dedo en el trasero. Si quieres, dale. pero lo que te proponemos es que explores esta zona de tu cuerpo para que comprendas cómo podría sentir tu pareja y que actúes en consecuencia. Cualquiera que esta sea…
Es importante que el esfínter vaya cediendo solo, no forzarlo. Así vamos dilatándolo y relajándolo. Si no se relaja, es porque estamos yendo demasiado rápido. Recuerda siempre prestar atención a las reacciones del cuerpo de tu pareja.
Cuando la penetración con los dedos resulte placentera, podemos pasar a introducir el pene o un juguete (dildos, masajeadores prostáticos, plugs, bolitas anales)
Para un sexo anal rico, no hace falta una penetración muy profunda. Con introducir la punta del miembro/accesorio es suficiente. Ya luego irás cogiendo gusto y confianza para profundizar la penetración y explorar otros placeres del sexo anal.
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